Centro Familiar y Cultural ISTMO A.C.
12 DE MAYO 2016
Sede: Parroquia Santa María de Guadalupe Capuchinas
Curso: Educar para el Perdón
Tema 1: Estímulos y la respuesta Personal ante el resentimiento
Todos queremos ser felices y tenemos en nuestras manos una
de las claves para lograrlo, el perdón. Este taller afronta el tema, profundiza
en la belleza del perdón y ofrecen algunas soluciones para aplicarlo a la vida
diaria.
Introducción
Para algunas personas perdonar es signo de debilidad; otras
lo consideran un contrasentido porque lo suponen un atentado contra la
justicia; hay quienes piensan que el perdón se deba condicionarse al ajuste de
cuentas o en el mejor de los casos, a la rectificación del agresor. También es
frecuente que alguien asegure que perdona cuando en el fondo no está dispuesto
a olvidar; o que le parezca razonable perdonar hasta un cierto límite, porque
lo contrario resultaría intolerable. O que incluso se considera incapaz de perdonar
determinada ofensa, aunque quisiera hacerlo.
No podemos ocultar que el tema del perdón es difícil, pero
mucho más difícil es el vivirlo. Mas debemos reconocer que el perdón es uno de
los medios más importantes para alcanzar la felicidad porque estabiliza el alma
y la llena de paz.
Para tener éxito en este curso se recomienda a los participantes
que, que para el mejor aprovechamiento del mismo, se procure ser sincero
consigo mismo, especialmente en aquellos puntos en los que de alguna manera pueda
verse reflejada su situación personal.
Primera parte: Lo que es el resentimiento
Tema 1
Los estímulos y la respuesta personal
Para saber cómo debo evitar algo que me hace daño, debo
conocer qué es, de dónde viene y cómo actúa. Explicaremos lo qué es el
resentimiento, sus estímulos y la respuesta que personalmente podemos dar ante
ellos.
El resentimiento suele aparecer como una reacción a un
estímulo negativo que nos hiere. Ordinariamente se presenta en forma de ofensa
o agresión. No toda ofensa produce un resentimiento, pero todo resentimiento va
siempre precedido de una ofensa.
Los estímulos del resentimiento
Las ofensas que causan resentimiento pueden presentarse de
diversas formas:
1. Acción, de alguien contra mí: cuando me agreden físicamente, me insultan o
me calumnian.
2. Omisión, cuando no recibo lo que esperaba como una invitación, un
agradecimiento por el servicio prestado o el reconocimiento por el esfuerzo
realizado.
3. Circunstancias: se puede estar “resentido” por la situación
socioeconómica personal, por algún defecto físico, o por las enfermedades que
se padecen y no se aceptan.
En cualquiera de los casos anteriores, el estímulo que
provoca la reacción del resentimiento puede ser real y ser juzgado por el la persona ofendida
con objetividad.
Puede tener fundamento real pero estar exagerado por el sujeto, como aquél que considera
que recibió un golpe de graves consecuencias cuando a penas lo tocaron, o el
que piensa que nunca le agradecen sus servicios, porque en una ocasión concreta
no le dieron las gracias, o el que se siente invadido de cáncer cuando sólo
tiene un tumor incipiente.
La reacción del resentimiento también puede responder a un
estímulo imaginario, como el que interpreta una frase desagradable como intento de
difamación o el que no recibe el saludo de alguien – que tal vez ni siquiera lo
vio- y lo traduce como un desprecio, o el que se considera socialmente
marginado por culpa de los demás.
Estas formas muestran, por tanto, en qué medida el
resentimiento depende del modo como se mire una misma realidad. O más
concretamente, de cómo se juzguen las ofensas recibidas (con objetividad,
exageración o de manara imaginaria), esto explica el que muchos resentimientos
que almacenamos sean completamente gratuitos, porque dependen de la propia
subjetividad que aparta de la realidad, exagerando o imaginando situaciones o
hechos que no se han producido o no están en la intención de nadie.
La respuesta personal
El resentimiento es una reacción ante la agresión que cuando
no interviene la razón humana encauzando o rectificando la reacción, esta se
convierte en algo negativo. Por esto lo determinante en un resentimiento no
está en la “ofensa “recibida, sino en la respuesta personal.
Y esta respuesta depende de cada quien, porque nuestra
libertad nos confiere el poder de orientar de alguna manera nuestras
reacciones. Covey advierte en “Los 7 Hábitos de la Gente Eficaz” que “no es lo
que los otros hacen ni nuestros propios errores lo que más nos daña, es nuestra
respuesta. Si perseguimos a la víbora venenosa que nos ha mordido, lo único que
conseguiremos será provocar que el veneno se extienda por todo nuestro cuerpo.
Es mucho mejor tomar medidas inmediatas para extraer el veneno”. Esta
alternativa se presenta ante cada agresión: o nos concentramos en quien nos
ofendió con su agravio y entonces surgirá el veneno del resentimiento, o lo
eliminamos mediante una respuesta adecuada, no permitiendo que permanezca
dentro de nosotros. Esto explica que una misma “ofensa” sufrida por varias
personas a la vez con la misma intensidad, puede causar en unos sólo un
sentimiento fugaz de dolor, mientras los otros pueden quedar resentidos para
toda la vida. ¿Es posible realmente orientar nuestras reacciones ante las
ofensas para que no se conviertan en resentimientos?
La dificultad para poder dar una respuesta adecuada ante una
ofensa, es que el resentimiento se sitúa en el nivel emocional de la
personalidad, porque esencialmente es un sentimiento, una pasión, un movimiento
que se experimenta sensiblemente. Quien está resentido “se siente herido u
ofendido” por alguien o por algo que influye contra su persona. Y el manejo de
los sentimientos no es sencillo. Unas veces no somos conscientes de ellos y
pueden estar actuando dentro de nosotros sin que nos demos cuenta. Hay quienes
experimentan una especial dificultad para amar a los demás, porque no
recibieron afecto de sus padres en la infancia, pero no pueden resolver el
problema por desconocer la causa. Otras veces ocurre que el resentimiento queda
reforzado por razones que lo justifican, cuando la persona no sólo se siente
herida, sino que se considera ofendida. Cuando sucede esto, el resentimiento se
arraiga más, pero sigue siendo emocional, una vivencia sensible. Si un marido
es insultado por su esposa, siente el agravio y nace en él el resentimiento; si además de
sentirlo, piensa que ella lo odia, este pensamiento reforzará el sentimiento
que está experimentando.
Reflexión:
Cuenta una leyenda árabe que dos amigos viajaban por el
desierto. En un determinado punto del viaje discutieron, y uno le dio una
bofetada al otro. Éste, profundamente ofendido, sin decir nada, escribió en la
arena: –“Hoy, mi mejor amigo me pegó una bofetada en el rostro”. Siguieron
adelante y divisaron un oasis. Torturados por la sed, ambos echaron a correr y
el primero que llegó se tiró al agua de bruces sin pensarlo y, de pronto,
comenzó a ahogarse. El otro amigo se tiró al agua enseguida para salvarlo. Al
recuperarse, tomó un estilete y escribió en una piedra: –“Hoy, mi mejor amigo
me salvó la vida”. Intrigado, el amigo le preguntó: –“¿Por qué después que te
lastimé, escribiste en la arena y ahora escribes en una piedra?”. Sonriendo, el
otro le respondió: –“Cuando un gran amigo nos ofende, debemos escribir en la
arena, porque el viento del olvido se lo lleva; en cambio, cuando nos pase algo
grandioso, debemos grabarlo en la piedra de la memoria del corazón, donde
ningún viento en todo el mundo podrá borrarlo”.
Aplicación: ¿las ofensas voluntarias o involuntarias que
recibo ¿las escribo en arena para que el viento del olvido las borre o las
grabo en piedra de la memoria de mi corazón?
Cuestionario práctico
El cuestionario práctico nos ayuda y llena de luz porque
confronta nuestra vida con las exigencias objetivas de la vocación cristiana,
haciéndonos conocer las desviaciones o avances positivos, así como la raíz más
profunda de sus causas. Nos ayuda también a suscitar dentro de nosotros una
actitud de contrición, al propósito de superación cuando vemos lo negativo y de
gratitud con Dios cuando reconocemos con sencillez nuestro progreso. Además el
católico, el cristiano es un soldado de Jesucristo que con frecuencia debe
limpiar, afilar y ajustar la armadura según lo recomienda San Pablo: “Por lo
demás, fortaleceos en el Señor y en la fuerza de su poder, revestíos de la
armadura de Dios para que podáis resistir contra las asechanzas del diablo…y
tras haber vencido todo, os mantengáis firmes” (Ef.6. 10-13)
El examen de conciencia realizado con seriedad y continuidad,
es un gran medio para alcanzar el conocimiento personal, la madurez, la
coherencia de vida y el progreso por el camino del bien. Nos hace sensibles al
pecado y nos ayuda a superar las tentaciones, pruebas y contrariedades.
A continuación te ofrecemos un cuestionario que te ayudará a
examinar tu propia vida, tus principios, tus criterios conforme al criterio del
evangelio.
1. ¿Me conozco a mí mismo (a)? ¿Me acepto como soy? ¿Trabajo
firmemente por superar mis defectos? ¿Conozco mis cualidades?
2. ¿Acepto mis sentimientos? ¿los manejo, controlo, encauzo
adecuadamente? ¿soy una persona serena y equilibrada?
3. ¿Conozco las exigencias de mi vida estado de vida: como
hija (o), esposa (a), padre (madre), en mi trabajo? ¿las cumplo con agrado,
dedicación, alegría?
4. ¿Me llevo bien con los demás? ¿Soy buen compañero (a),
amigo (a) discreto y fiel?
5. ¿Soy capaz de trabajar en equipo? ¿participo, apoyo y
colaboro con entusiasmo? ¿o me opongo a las iniciativas y demás ideas que
proponen los demás?
6. ¿Soy pesimista? ¿pienso frecuentemente en mis fracasos,
en mis metas no logradas?
7. ¿Sé tomar decisiones o vivo al vaivén de mis
sentimientos? ¿vivo por convicciones o de acuerdo a lo que sucede a mí
alrededor?
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